Destierro, regreso, duelo y muerte… pero no tanto como Pushkin

Publicado: 24 May, 2013 en Historias para el recuerdo, Personajes de antaño
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DESTIERRO, MOSCÚ Y REGRESO A SAN PETERSBURGO

A orillas del mar Negro, nuestro poeta continúa de nuevo su obra literaria interrumpida y completa su instrucción general. Estudia el inglés, el italiano y algo de español. Su cultura llega a ser una de las más sólidas de su época.

Aleksander Pushkin, 1932, Piotr Konchalovski.

El poeta Aleksander Pushkin, 1932, Piotr Konchalovski.

Su nuevo jefe de destierro, el príncipe Voronsov, aumenta sus dificultades. La escasez de dinero, la soledad y la falta de ambiente amistoso, le hacen sufrir más que en otras ciudades. El príncipe era un hombre mezquino, vengativo, que no apreciaba al orgulloso Pushkin, incapaz de servirle de lacayo. Su actitud valiente y brusca comienza a disgustar seriamente a la corte. El príncipe lo humilla a cada instante y trata, por último, de deshacerse de él escribiendo a la corte de San Petersburgo. Pushkin le dedicó a este señor un epigrama que lo caracteriza por entero:

«Semimilord, semicomerciante,
Semisabio, semiignorante,
Semicanalla, pero hay esperanzas
Que algún día sea un canalla entero».

Acorralado por la corte, el poeta intenta huir al extranjero por la frontera de Constantinopla, pero la censura del príncipe logra interceptar una carta donde habla de estos intentos, además de sus ideas ateístas y otras poco honorables para su gobierno. Voronsov logra una decisión de los ministros ordenando la destitución de Pushkin de la lista de funcionarios, además de su destierro o traslado a la estancia de sus parientes de la gobernación de Pskov, bajo vigilancia policial.

En el mes de julio del año 1824 es trasladado a la aldea de Mijailovski, donde su vida se torna aún más solitaria. Únicamente la visita de sus viejos amigos del Liceo, Puschín y Delvig, rompen la monotonía de su estadía en el lugar.

Las conversaciones con los campesinos, las canciones regionales, que anota con tenacidad, como también la vida de los terratenientes lugareños, van completando la universidad de su vida. Los héroes populares del pasado ruso, como Stepan Razin y Emelian Pugachov, le atraen e inspiran su obra La hija del capitán. Lee la historia de su país en ediciones y enfoques nuevos; vuelve a escuchar también los relatos de su nodriza Arina, que lo deslumbran cada vez más por su poesía auténtica y popular.

Termina algunos poemas ya empezados anteriormente y comienza su tragedia Boris Godunov. Si bien es cierto que en el período del Cáucaso y de Crimea, Byron es el poeta inglés que le acompañaba, ahora es el genial dramaturgo el que le influencia; el gran talento realista de Shakespeare le ayuda a dar forma a sus obras dramáticas.

Un acontecimiento interrumpe sus actividades literarias; el estallido de la insurrección de los decembristas, el 14 de diciembre del año 1825, hace vibrar al poeta con los mejores sentimientos que conmueven al país. La derrota de los decembristas y el trágico destino de sus cabecillas le hace exclamar:

«¡Ahorcados, ahorcados, y ciento veinte amigos y hermanos desterrados; es horrible, camaradas!».

La influencia de Pushkin entre la juventud, su gloria en aumento, obligan al nuevo zar a una política demagógica de atracción del poeta. De mil maneras trata de atraer al nuevo genio poético de Rusia. Un informe del jefe de los gendarmes al zar, caracteriza esta actitud:

«Pushkin es un apreciable charlatán. Si fuera posible dirigir su pluma y sus conversaciones, nos sería provechoso».

Nicolás I de Rusia

Nicolás I de Rusia

El zar manda llamar a Pushkin, y el 4 de setiembre de 1826, acompañado por un emisario de aquél, asiste a una ceremonia de Nicolás I en los palacios de la corte.

Calculador e hipócrita, el zar Nicolás I trató de «acariciar al poeta» prometiéndole completa libertad y dispuesto a ser el único censor de su obra. Al mismo tiempo, encargaba al jefe de gendarmes, el príncipe Benckendorf, su vigilancia y la orden prohibitiva de alejarse de la ciudad sin permiso especial.

Confiado en las palabras del zar, Pushkin tuvo la esperanza de poder mejorar la situación de sus camaradas decembristas desterrados, soñando en que el zar retornaría a los días memorables y gloriosos de Pedro el Grande.

El poeta fue defraudado muy pronto.

La situación no había cambiado mucho, inclusive la suya personal, pues cada movimiento suyo era controlado y cada palabra transmitida al príncipe Benckendorf. Un periodista y escritor vendido a la corte servía de espía del poeta, y gran número de sus obras, sometidas a la censura, no llegaban a ser publicadas.

El poeta se sentía cercado en su prisión dorada, y con orgullo exclamaba en sus estrofas: «Jamás seré
esclavo, ni bufón…«. Decenas de estrofas como ésta figuran en su obra de este período.

El poeta se ve obligado a callar, pero en poemas como El talento inútil o Poeta, de los años 1827 y 28, revela su angustia y su desesperación.

Dice Pushkin en uno de estos poemas:

«Desgraciado el país
donde el esclavo y el adulador
rodean al trono,
mientras el cantor elegido por el cielo
debe callar, bajando su mirada altiva».

La esperanza por un futuro luminoso no lo abandona. En su mensaje famoso dirigido a los decembristas, del año 1827, dice: «Jamás se perderá vuestro esfuerzo y vuestra pena, vuestros elevados ideales y afanes»En su poema Arion vuelve a hablar de sus amigos insurrectos.

Ya en Moscú, Pushkin se relaciona con la familia de Goncharov y se enamora de la bellísima Natalia; en el año 1830 pide la mano de su futura esposa y trata de resolver su situación económica. La pequeña estancia de sus padres arruinados no le proporciona una entrada suficiente para sustentar su futura vida conyugal. Pushkin se convence que la única fuente económica de existencia es su trabajo literario.

Estatua de Aleksander Pushkin y Natalia Goncharova en Moscú

Estatua de Aleksander Pushkin y Natalia Goncharova en Moscú

En viaje de regreso a Moscú, estalla una epidemia de cólera que le impide la entrada a la ciudad. Durante tres meses debe permanecer en el pueblo de Boldin, alejado por suerte de los funcionarios y hombres de la corte. Esos tres meses son de ininterrumpida actividad literaria. Allí termina Mozart y Sallieri, Don Juan o El convidado de piedra, El caballero avaro, El banquete durante la epidemia del cólera y una serie de obras en prosa tituladas Las novelas de Belkin o La historia del pueblo de Go-riujin y muchas otras.

Termina, además, la ya citada Eugene Oneguin, El jefe de estación, obra que revela la vida de un pequeño hombre de tierra adentro, y La historia del pueblo de Goriujin, que pinta la situación de los campesinos y los siervos de Rusia. Obras todas de fino realismo, en las que denota comprender las leyes que rigen la vida y el destino de la gente.

Anulada la prohibición de entrar a Moscú, regresa Pushkin y al poco tiempo se casa. El 18 de febrero del año 1831 une su vida a la hermosa Natalia Goncharova, de quien está apasionadamente enamorado. Al poco tiempo se traslada con su esposa a San Petersburgo, donde los conflictos con la corte se agudizan hasta llevarlo a su fin trágico.

La belleza extraordinaria de Natalia Nicolaevna Goncharova impresiona en los salones y los bailes de la corte de San Petersburgo. Su éxito halaga su vanidad y exige mucho dinero. La situación económica de Pushkin no le permite satisfacer sus deseos, pues, además de su familia, debe mantener a varios parientes suyos y de su mujer. Ya no puede trabajar tranquilamente; se apresura, a menudo no termina sus obras; sin embargo, a pesar de la nerviosidad con que debe escribir, pertenecen a este período obras como El jinete de cobre, La dama de Pique, sus Cuentos, Dubrovski y otros. Participa activamente en «El Diario Literario», dirigido por su amigo Delvig; funda el periódico «El Contemporáneo»; sigue y aplaude los primeros trabajos críticos de Belinski y trata de invitarlo en calidad de colaborador permanente de su periódico. Pero la muerte interrumpe todos sus planes.

DUELO Y MUERTE

En el año 1834 el zar Nicolás I trata de oficializar aparentemente la situación del poeta en la corte y especialmente el de la mujer de Pushkin, a objeto de controlarlo mejor; pero un título sin importancia no hace más que conseguir el desprecio del escritor. Los esbirros y lacayos del zar se confabulan contra el poeta altivo y rebelde, cuya sátira los inquieta. El poeta leS molesta y quieren deshacerse de él a toda costa.

Los éxitos de su esposa en el mundo social, las atenciones que le proporciona el propio zar y especialmente los galanteos del francés Jorge D’Anthés, escapado de la revolución francesa y protegido por el zar, fueron un pretexto cómodo para envenenar aún más el clima de calumnias contra Pushkin. De las bromas pasaron a la abierta burla, haciéndole la vida
imposible. Todo fue preparado de antemano, hasta los elementos que lo llevaron al duelo. El zar estaba enterado de todo y alentaba las intrigas, inclusive la aparición de un volante insultante contra él. Provocado por todas partes, en un estado extremo de nerviosidad, el poeta le manda los padrinos al señor D’Anthés. Eso era lo que esperaba la corte. Una ocasión para herir mortalmente al gran poeta. Y el 27 de enero del año 1837, junto al río Negro, en los alrededores de San Petersburgo, D’Anthés hirió de muerte al poeta.

Después de horribles días de sufrimiento, a las dos horas y cuarenta y cinco minutos del 29 de enero dejó de existir Aleksander S. Pushkin.

Sus verdugos recibieron con júbilo la noticia de su muerte. Pero el pueblo, o mejor dicho lo más democrático y de la vanguardia de él, recibieron la noticia con pesar tan evidente que el día de su muerte se ha transformado en Rusia en uno de los días de luto nacional para los amantes de la poesía y de la libertad.

Pushkin en el ataúd, 1837, Feodor Bruni

Pushkin en el ataúd, 1837, Feodor Bruni

Mientras su cuerpo permaneció velado durante tres días en su casa, una peregrinación de hombres de toda situación social desfiló ante su ataúd; mujeres, viejos y niños, estudiantes, maestros y haraposos campesinos le llevaron su último saludo.

Sus funerales se transformaron en una manifestación popular de protesta contra los asesinos del poeta.

El gobierno tomó medidas para impedirlo, prohibiéndolo de inmediato. La prensa no podía escribir sobre la muerte de Pushkin ni sobre sus valores o actividades literarias. Los estudiantes fueron alejados del funeral a la fuerza; los esbirros armados del zar rodearon el ataúd y lo sacaron clandestinamente, engañando a la multitud. De la misma manera fue trasladado a un cementerio, cerca de la aldea de Mijailovski, el 3 de febrero de 1837. Turgueniev y un tío de Pushkin fueron los únicos hombres que lograron permiso para poder acompañar sus restos.

Su entierro revela el carácter deliberado de las calumnias tejidas posteriormente sobre los últimos años del poeta, haciéndolo aparecer como un león domado. Su entierro es una acusación incontestable y subraya el asesinato organizado por la corte del zar contra el poeta.

Pushkin fue el poeta de los decembristas y representó, por su comprensión de las fuerzas renovadoras de Rusia, el ala izquierda de este movimiento. Se suele decir que los decembristas miraban con recelo a los jacobinos, temiendo un
movimiento similar en Rusia. Esta apreciación no le llega al gran poeta ruso, que amó y cantó la lucha revolucionaria campesina de vuelo y violencia, como el movimiento de Emelian Pugachov o de Dubrovski y que no se sometió ni se dejó comprar jamás por los halagos de Nicolás I.

Pushkin fue el poeta más genial de su época, el primer gran escritor ruso y el creador de su literatura.

Aleksander S. Pushkin, 1827, Vasily A.Tropinin

Aleksander S. Pushkin, 1827, Vasily A.Tropinin

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